Padre y libertador de Chile

Reseña por: Miss Francisca Rodríguez del Departamento de Historia.

Benjamín Vicuña Mackenna y Miguel Luis Amunátegui, en su libro “Don Bernardo O’Higgins, Dictadura y Ostracismo” afirman: “Hay un hombre que llena toda esa época con sus proezas, con sus faltas (…) con su política, con sus triunfos, con sus reveses (…) Es el centro de todos los acontecimientos, es el objeto de las simpatías, de una mitad de sus ciudadanos, el blanco de los resentimientos de la otra mitad. Héroe para unos, tirano para otros, las miradas de todo un pueblo están fijas sobre su persona”.

Nacido en Chillán un 20 de agosto de 1778, la vida de Bernardo OHiggins no fue fácil. A pesar de ser hijo de Ambrosio O Higgins, gobernador de Chile y Virrey del Perú, es decir, la máxima autoridad de la corona española en América, vivió lejos de su padre.

Bernardo fue creciendo entre españoles y mapuches. En esa época, no existía Chile, sino las grandes estancias. Como sus primeros años de vida los pasó en el campo, manejaba muy poco el español, entendía y hablaba con soltura el mapudungún.

Sólo tenía 12 años cuando desde la cubierta del barco que lo llevaba a Perú vio alejarse las costas de Talcahuano. Atrás fue quedando su tierra natal, su madre y su padre, al que sólo había visto una vez en su vida.

O’ Higgins se educó en Lima y en Inglaterra, donde se empapó de las ideas ilustradas que luego inspiraron su lucha a favor de la independencia de nuestro país.

En 1810 fue elegido diputado en la Primera Junta de Gobierno. En los débiles inicios de la Patria Vieja, el Libertador Don Bernardo O’ Higgins, con 32 años de edad, impulsó a don Juan Martínez de Rozas, miembro de la Junta de Gobierno, para adoptar dos medidas esenciales: crear un Congreso Nacional y decretar la libertad de comercio.

Después del desastre de Rancagua, O‘Higgins, se dio cuenta de la importancia que tendría para Chile contar con una fuerza marítima. Sus vivencias en Reino Unido, en los años de las guerras napoleónicas e incipiente emancipación de las colonias hispanas, le hicieron ver que Chile, un país de largas costas, necesitaba con urgencia contar con una Escuadra.

Por lo que en 1818 impulsó la creación de la Primera Escuadra Nacional. El mismo O’Higgins envió un agente para comprar la primera fragata chilena en Londres y contrató al marino Lord Thomas Cochrane para organizar el poder naval de Chile . También, el 4 de agosto de 1818 se fundó la Academia de Jóvenes Guardiamarinas, predecesora de la actual Escuela Naval «Arturo Prat», cuna de los oficiales de la Armada de Chile desde los inicios de la Patria.

El 10 de octubre de 1818 zarpó la Escuadra Chilena para detener el avance de refuerzos que venían desde España. O’Higgins contempló el zarpe desde lo alto del puerto de Valparaíso y comentó: «Tres barquichuelos dieron a los Reyes de España la posesión del Nuevo Mundo, estas cuatro tablas van a quitárselo».

Como coronel del ejército, O’Higgins participó en diversas batallas para derrotar al ejército realista. Durante la Reconquista, organizó, junto a José de San Martín, el Ejército Libertador de Los Andes que tenía como objetivo terminar con la dominación española en Chile y que también permitió en la independencia de Perú.


Posteriormente, O’Higgins asumió como Director Supremo y firmó la proclamación de la Independencia de Chile, el 12 de febrero de 1818.
Como Director Supremo de Chile, impulsó el desarrollo de la educación primaria, fundó el Instituto Nacional y la Biblioteca Nacional. O’Higgins creyó necesario que Chile tuviera un ejército profesional y fundó la Escuela Militar, la que lleva su nombre hasta hoy.


O Higgins también prohibió el uso de títulos de nobleza y escudo de armas, algo que no fue bien recibido por un sector de la sociedad. El objetivo de O’Higgins fue reemplazar ciertos privilegios y potenciar el mérito de las personas, algo que había experimentado en su vida. Como reconocimiento, creó la Legión al Mérito., distinción que pudo estar inspirada en la Legión de Honor, orden creada por Napoleón Bonaparte en 1804 para reconocer a hombres y mujeres, franceses o extranjeros, por méritos extraordinarios realizados dentro del ámbito civil o militar.

El pensamiento de O’Higgins quedó reflejado en numerosas acciones y escritos, mediante los cuales se refirió a la colonización del sur a ambos lados de la cordillera, demostrando su permanente preocupación por la zona austral de Chile y su incorporación al desarrollo nacional.

En septiembre de 1839 es autorizado a regresar a Chile. Cuando Manuel Bulnes era Presidente, trató de regresar en el vapor «Chile», pero una dolencia al corazón no se lo permitió. Falleció en Lima el 24 de octubre de 1842, exclamando en sus últimos minutos, las palabras «Magallanes», con la mente puesta en su Patria.

Los restos de O’Higgins descansan en una cripta que se ubica en la Plaza de la Ciudadanía, en frente de La Moneda, la cual se inauguró en 1872. La cripta se ubica en el Panteón de los héroes de la Patria, donde figura el monumento al soldado desconocido y se pueden ver en exhibición réplicas de numerosos objetos que tienen relación con Bernardo O’Higgins.

Actualmente, no hay ciudad de Chile que no tenga una calle con el nombre de Bernardo O’Higgins. Vicuña y Amunátegui (1882) señalan que pocos hombres han despertado tanto interés histórico como la figura de O’Higgins y que esto, solo lo pueden conseguir personas de grandes cualidades.


Bernardo O’Higgins murió hace 179 años y su legado permanece vivo. Es el Padre de la Patria porque cimentó la construcción de la identidad nacional y la República de Chile.

FUENTES

memoriachilena.cl
armada.cl
defensa.cl
archivonacional.gob.cl
Vicuña, B., Amunátegui M. (1882) “Don Bernardo O’Higgins, Dictadura y Ostracismo”, Ed. Cervantes, p.28