Fiesta de la Anunciación

El 25 de marzo celebramos la Encarnación del Hijo de Dios, o sea, cuando la Segunda Persona de la Santísima Trinidad se hizo hombre en el vientre de María por obra del Espíritu Santo. 

El “Sí” de la Virgen permitió que Jesucristo asumiera la naturaleza humana para salvarnos y abrirnos las puertas del Cielo. Este hecho lo recordamos cada vez que rezamos el Angelus.

En este tiempo de mayor dificultad, tratemos de ser personas que damos buenas noticias a los demás, que miramos la realidad con optimismo, tal como lo hizo el Arcángel Gabriel. 

Al igual que María, aprendamos a escuchar a Dios en nuestra vida cotidiana y estemos atentos a lo que Él nos quiere decir en estas circunstancias tan especiales que estamos viviendo.

Esta fiesta también nos lleva a cuidar y respetar la vida de cada persona humana desde su concepción hasta su muerte natural. 

Por eso, hoy recemos especialmente por los niños que no han nacido, por las personas enfermas de coronavirus u otras dolencias y por los adultos mayores.